Tenía 6 años.
Mi madre me advertía que estuviera listo, en otras palabras, que tuviera en orden mis juguetes.
Sonó el timbre, un hombre mayor acababa de saludar a mi madre. Ella muy risueña, me acompaña hacia la puerta, llevando mis juguetes; me presenta a Alexis y a su abuelo (+). A partir de esa fecha y en reiteradas ocasiones por la tarde, Alexis se convertiría en mi hermano de juegos y su abuelito, en el mío.
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