jueves, 27 de agosto de 2009

Recuerdos del techo


Aquella vez subí como de costumbre a la azotea, me gustaba acompañar a mis tíos a ver los coches y sus pasos constantes. Freddy había llegado de argentina. De pronto encendió un cigarrillo, recuerdo que luego de haber dado tres pitadas, le solicite que me “dejara probar” un poco. El entre risas accedió. No expectoré el humo. Fue una pitada memorable.

Pasarían seis años más y estando en cuarto de secundaria me convertí en un pequeño gran fumador coleccionista de Camell’s, el del sabor original.

Montón de camisas


Llegado la fecha de mi cumpleaños, siento el no abrazo de mi querida abuela. El cielo me muestra la sonrisa de su eterna de su vida y mis pensamientos adquieren una dulce calma.

Mi mamá en cambio, sin anticiparme el regalo, me manda a mi cuarto de buenas a primeras a empezar por los pantalones y a terminar por la camisa. Luego seguido, lavar todo lo que me puse un día antes, arriba y sin lavadora. Orden, tu imagen. Eran las tantas cosas que me precedieron al “Feliz cumpleaños” y a su tradicional.

Telegramas del cielo



Mi abuela no dejaba de contarnos de él, de su trabajo en el telegrama de la sierra central, de sus amoríos con la tía Primitiva. El tío José Santos, quien siempre llevaba una boína negra, milenaria un tanto como el y su esposa.

Recuerdo sobre todo sus consejos de conejo viejo, sus historias de cómo llevaba a cabo su trabajo y de cómo conoció a mi tía Primitiva. Para cuando sobrevino la noticia de su partida, mi abuela se puso muy triste, pronto comprobó que su cuñado era una de las personas más apreciadas y respetadas de Villa María del Triunfo. Los vitores de su nombre y el “Presente” fueron la cúspide del cariño de sus hermanos terrenales. Un ángel cercano había llegado para mí. Tío José Santos.

Anti - Atractivo



Las mujeres se sienten libres cuando bailan, irradian así su belleza, su versatilidad y su talento. Un hombre en cambio lo aplica al erotismo, al contacto.

Yo tenía diecinueve, la última vez que había bailado fue en mi fiesta de promo y me encontraba ante un centenar de menores de edad y hasta diría que menores de trece, perreando. Yo y mis amigos solo tomábamos la sangría. Todo era tristeza, hasta que una chica me sacó a bailar. Deborah del Fiansón como se había presentado, me liberó con su baile, se apoderó de mis formas y yo las de ella, al punto de causarle celos a su hermanito. Pero vaya, hasta que me sacara ella a bailar a mi; un fracaso social.

Señor Caycho


Arquitecto y de la richi, nunca entendí como su sobrepeso no se debió a sus méritos basados en la proyección y las formas, sino en las ventas directas. Increíble. En esos cuatro meses de aprendizaje de la vida, yo tuve claro que aprendí, más allá de ser una pantera. Que debía dejar de pensar como uno más. Debía ser un ganador.

Sus ejemplos de Juan el mediocre (o Pepe), nunca llegaron a mis oídos, pero su experiencia y sus consejos impactaron tanto en mí a la hora de los resultados, la palabra y el honor de la responsabilidad. Me forjé así, aunque manteniendo mi nobleza, un luchador incansable.

Jardín que se eleva


De día el jardín se enhiesta salvaje e impreciso, con el paso de las hierbas irreverentes. Pepe Lucho contempla el crecimiento de los frutos del higo, pero prefiere los bocados de su alimento balanceado. De día las mariposas sólo evocan sus tinieblas.

Mis pasos se regocijan de la luz y ante el árbol de mango, anhelo un pastel de chocolate por mi cumpleaños. De día parece que mi jardín se eleva.

Todos nuevamente


Habían pasado tres años desde que salimos del cole. Llegado el día de la verbena por el aniversario del Colegio Santa Rosa, los integrantes de mi promo y yo nos fuimos a dar una pequeña celebración. Yo dirigí el brindis y presente al viejo amigo que nos acompañaba desde el inicio, en reemplazo de Huamanyauri.

Al levantar nuestro vaso de chela, hicimos un compromiso de permanecer unidos de por vida, como un auténtico grupo de patas. Del resto de esa noche no recuerdo más porque de seguro termine borracho por ahí. Celebraciones.

Arrepentido de nada


Sus miradas podrán tener el fuego, sus cuerpos podrán ser amuletos o perlas infestadas de una baba criminal, pero yo no me dejo vencer.

Su moral podrá ser impredecible, sus deseos más recónditos que el magma de la tierra, pero yo no me dejo vencer. Aunque quisiera, y ese es mi problema. Mi problema con ellas.

Bajar (El servicio)



Yo te amo sí, pero antes tenemos que bajar los servicios. No me importa terminaremos, la sesión, no te asustes. Mamá, mamá ya voy por fa tengo que levantar el servidor del Ramiro. Mamá mañana lo hago, total es sábado.

Liz yo te amo, ya fue anymore. Mañana lo hacemos no te preocupes, primero el servicio, ok voy a dormir o ¿bueno estaba dormido?

sábado, 22 de agosto de 2009

No quiero esperar



En este mundo de espuma y de rostros mil, un joven de trece años se apresta a enamorarse, pero ¿de quién? Esa fue una incógnita, con Karina no pasaba nada, ya no me gustaba, entonces ahí surge Leslie.

Nunca supe realmente si me gustó de verdad, tampoco me solté del todo con ella. Aproveché en este Bingo para saludarla, meterle algo de letra por lo que se había desaparecido (o yo) y que me parecía mostro que se iba a casar el otro año, con el patita que tuve que convencer, aunque con miedo, para que ella fuera mi pareja de la fiesta de promo. Como que en algún momento no quise esperar ¿fue amor?