jueves, 27 de agosto de 2009

Telegramas del cielo



Mi abuela no dejaba de contarnos de él, de su trabajo en el telegrama de la sierra central, de sus amoríos con la tía Primitiva. El tío José Santos, quien siempre llevaba una boína negra, milenaria un tanto como el y su esposa.

Recuerdo sobre todo sus consejos de conejo viejo, sus historias de cómo llevaba a cabo su trabajo y de cómo conoció a mi tía Primitiva. Para cuando sobrevino la noticia de su partida, mi abuela se puso muy triste, pronto comprobó que su cuñado era una de las personas más apreciadas y respetadas de Villa María del Triunfo. Los vitores de su nombre y el “Presente” fueron la cúspide del cariño de sus hermanos terrenales. Un ángel cercano había llegado para mí. Tío José Santos.

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