jueves, 27 de agosto de 2009

Recuerdos del techo


Aquella vez subí como de costumbre a la azotea, me gustaba acompañar a mis tíos a ver los coches y sus pasos constantes. Freddy había llegado de argentina. De pronto encendió un cigarrillo, recuerdo que luego de haber dado tres pitadas, le solicite que me “dejara probar” un poco. El entre risas accedió. No expectoré el humo. Fue una pitada memorable.

Pasarían seis años más y estando en cuarto de secundaria me convertí en un pequeño gran fumador coleccionista de Camell’s, el del sabor original.

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