Martha tuvo la paciencia de enseñarme a reírme incluso en francés.
-Voila c'est tres bien! Allez Yannick...
-D'accord. Ecoutez vous...
Animado a leer, hacía alarde que mi garganta aún no se conformaba y que la suave miel de esa lengua romance, se apoderaba terrible y sexualmente de mí.
Aunque con los cuidados del caso, por parte de mi maestra.
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