Es triste afirmar que últimamente se ha perdido el hábito de procurarse uno mismo la inspiración. Se corrobora aquí, quizás, aquello de que la edad productiva y literaria de todo autor, es antes de los treinta. Bien lo ejemplifican Víctor Hugo y Dostoievski, cuyas obras cumbres fueron creados en sus veinte y picos.
Y yo me estoy acercando a los treinta, lentamente. Pero o es quizás el momento de ver nuevas formas, otros artes, salir más o precisamente conocer más parques (leer anterior post) lo que podrá ayudar a superar esta sequía literaria. Y claro, cómo no recordar esa frase inolvidable del poeta chileno Zurita: “Yo escribía y escribía. Y cuando me quedé sin trabajo; también y escribía y escribía”
No hay comentarios:
Publicar un comentario