domingo, 18 de diciembre de 2011

Ante el Cansancio de Siempre

Uno que llega de aliviar su rutina para toparse con el arte. El placer de experimentarlo, la anticipación que conviene darle en muchos casos; la naturaleza que se adquiere. De inmediato sentimos que las fuerzas se nos van y nos topamos con sus disciplinas. Es ahí donde surge todo.

Son casi las doce de la madrugada, un poema por corregir, una canción por componer, una melodía que teníamos en la mente; y estamos frente a nosotros mismos. Con nuestras tristes barreras humanas que a veces nos llama al sueño como un vestíbulo que incluye el asesor indispensable. Una escena a evitar sin duda, en la medida de nuestros encuentros con el oficio del arte.

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