Mis 25 años inició con una inusitada muestra de puntualidad de mi amigo David. Eran las 12:00 am y antes de saludar a Paola por su cumple de unos minutos antes, dirigía mi abrazo hacia mí; luego vendría la dueña del anterior santo.
Entre paseos en busca de cerveza y bailecitos cortos, llegarían abrazos inesperados y copas de pisco inesperadas. Ya de mañana y despertado por Liz, me encuentro con un enorme pastel de corazón que decía “Feliz día del Niño:(Mi nombre)”. Era de chocolate. La Legión de María y mi familia pondrían los sonidos y velas posteriores. Celebraciones
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