domingo, 27 de septiembre de 2009

Una Peluquería


Cuando Marina me envolvía con sus senos la mirada, cuando su sonrisa de chiquilla experimentada me invitaba a una ligera erección; es que decido conversar más con ella. Saber por ejemplo sus gustos, su forma de vivir, si se trataba de su peluquería. Le deje mi e-mail y la esperanza de escribirle o volverle a visitar. Pero no ocurrió así.

Le escribí y el correo no respondió, ubique por su apellido un número telefónico de Villa el Salvador (Así como hice más tarde con Patito) y nada “Equivocado amigo”. Entonces me quedó visitarla y pasar por ese camino de carreteras llamado primero de mayo. Aproveché mi puesta poética de Efecto Anzdrew Jawiem, y nada. Había tantas peluquerías y tanto supernintendos con pintas de tiburón delante o atrás que no me acuerdo y total salí desairado. Pero eso sí, escribí el poema. Ese mismo día conocí a una de mis mejores amigas. (Ver Roxana Un Amor que se Escapa).

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