domingo, 27 de septiembre de 2009

Mamá Conmigo



Unos días antes me hice presente al recital de poesía de la Richi. Me gustó haberme invitado a mí mismo, porque como decían ellos, los organizadores; era un amigo más. Luego de recitar el clásico poema ganador La Vendedora de Cerillas, y recibir una mini ovación, vi como un trovador se llevó mis aplausos y mis supuestos abordos adulones, por parte del público. Pero terminé prometiendo guardar un secreto de un trabajador que también laboraba en la biblioteca USIL.

Yo estaba enterado del segundo premio de poesía de la Richi, por sus 40 años. Muy entusiasmado, invité a mi mamá. Ella llegó muy puntual pasado exactamente 30 minutos. Las primeras intervenciones le despistaron, la música de las quenas la durmió y recién cuando recibí mis premios por poesía y ensayo, le interesó el evento. Finalmente nos fuimos con la mitad de los premios cada uno sin decir mucha palabra y como que un segundo lugar sin economías, da fe a un absurdo oficio.

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