domingo, 15 de febrero de 2009

El Arte de Servir

Tenía un paso respetable, aun cuando cojeaba (O sería el hecho que al subir las escaleras, se cogía la rodilla ). Amigo (aún no me explico cómo) de mi madre, Alejandro supo ganarse el respeto de todos mis amigos de la promoción de mi querido colegio.

Apreciaba sus enseñanzas sobre la guerra mundial, su explicación no muy sensible sobre la bomba atómica; sus clases de electricidad. Nuestro aprecio hacia él aumentó a medida que ejercía sus funciones como tutor, fueron dos años enriquecedores. Cual hijos compartíamos nuestros triunfos, nuestras penas, nuestros clamores de justicia y hasta nuestras picantes confesiones como el famosísimo grupo Tabú y Debutantes. Pero sus enseñanzas hicieron mella en cada uno de nosotros y el mejor reflejo de esto, es nuestra unión.

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