Pero como todo ser lleno de vida y bondad,
tuvo que partir a la casa del Señor inesperadamente, aunque en un régimen de
orden y amor con su familia. Algo que puedo rescatar, sin duda por la unión y
el férreo sentir de la superación. El tío que nunca al parecer vivió sufrido.
Descansa en paz, risueño Santiago.
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