domingo, 23 de diciembre de 2012

Al Trabajo, sin más demoras



El sentido de la responsabilidad muchas veces nos termina por desorientar. Nos agarra de sorpresa como una ola. La muerte en ese sentido se parece mucho a la responsabilidad. Porque cuando pensamos tanto en ella, nos desconectamos y de pronto el mundo nos parece un juego. Hasta que de pronto chocan a tu ómnibus, por detrás y una salta como una liebre luego del susto de un tigre.


Y de pronto tu espalda comienza a irritarse y emerge una pequeñísima franja de dolor. Los demás pasajeros salen, el chofer y el cobrador maldiciendo su mala suerte. Y uno con prisa por salir de ese escenario y tomar otro bus, porque el trabajo espera. Y al diablo el dolor y los médicos legistas.

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