Con este título, no quiero suponer que la
desolación de mi no encuentro con Nohelí tuvo repercusiones recientes para con
mis mascotas. Por el momento tengo un gato llamado Salmón y sigo con el diario
que ya está por terminarse.
Ocurre que cuando perdí a Simba, a raíz de su
penosa caída del tragaluz, me di un tiempo con esto de las mascotas,
dedicándome más a las tareas
contemplativas de televisión y juegos por el oratorio. Pero como decía un
salsero muy popular en aquel entonces, el cariño es como una flor; así que
pronto me vi involucrado en afectos con una nueva mascota, un gato rubio al que
bauticé como Shathram; de quien me apropié cuando lo ví desorientado cerca a
una acequia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario