viernes, 25 de mayo de 2012

Perdonen Tíos



Veinte y poco más de años después, aún recuerdo la anécdota de la mosca en el café. Ocurre que mi tío Walter había preparado dicha bebida caliente para tomar él y sus hermanos; tíos Jaime y Freddy. Pero por algún motivo no llevó su taza con el café; y por algún motivo no me sirvió a mi. Fue en eso que mis tíos le advirtieron, bromeando, que una mosca se posaría en el café si es que seguía aún sin recogerlo.

Yo inteligente y por querer dar crédito a mis demás tíos, corrí en busca de una mosca y luego de dejarla medio muerta, lo eché al café. “Tío así es, hay una mosca” Pero lo que nunca se me ocurrió pensar en ese momento, era sobre el verbo zambullir; nadie me creyó y lo peor es  que más tarde el perjudicado con el matamoscón en la cintura sería finalmente yo. Yo era muy travieso.

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