Desde El Tallarín, hasta Viajar en Tren (recogiendo en cada paradero a distintos animales) las dinámicas cristianas iban marcando influencia sobre mí. Eran los hermanos salesianos los que finalmente me envolvieron en su alegría. A ellos les debo el que viva a la forma que vengo viviendo. En alegría.
Han pasado muchos años y pareciera que mi voz, la de muchos niños y la de los hermanos resonaran con fuerza. Resonaran antes de la merienda, resonaran antes de la catequesis; antes de la misa. Porque definitivamente aquellas voces y pasos bien producidas en cada alegre dinámica, nos conducía a la santidad.
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