sábado, 12 de diciembre de 2009

Fulbito en Casa


Cuando comenté a Luis y Dante que podíamos jugar en el terreno aledaño a casa, no lo dudaron dos veces. Había un detalle, el desmonte. Para cuando llegaron, junto a mi ayuda, pudimos despejar el terreno en una hora.

Luego de una refrescante pepsi, cortesía de mamá, iniciaríamos la primera de las docenas de jornadas de fulbito en el terreno del vecino. Prácticas, técnicas, disparos y pequeños partidos que continuaron incluso al atardecer. El atardecer de mi niñez.

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