El cine es cine porque no existen rostros ni deja fanatismos, porque supera nuestra imaginación y porque afecta nuestros recuerdos, contagiándolos de historia, de objetivos y obstáculos.
Precisar de sólo los actores y dejar de lado la obra, es recaer en ignorancia. La obra de por sí no está influenciada por los personajes, porque bien podrían ser caracterizaciones o un juego de títeres.
El cine no estuvo hecho para los rostros y estos no van a los personajes. La armonía del arte recae en todos los elementos que lo componen y definitivamente en el cine, el todo es mayor que sus partes.
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