Meli tiene un talento más que especial, su violín. Si bien la abuela me prohibía tocar mi flauta por las noches, para Meli era distinto; su violín era indispensable. En cierta ocasión mi abuela y su "deja de tocar a estas horas" conviertieron a mi primita en una risa con pelo azabache y dientes grandes.
Meli quiso complacer a mi abuela en el día de su cumpleaños. Esta vez el mayor de sus nietos y la menor de las nietas entonaban el cumpleaños feliz más feliz de todos los tiempos de la mami Lupe, con un sólo de violín y flauta dulce. Luego seguirían otros cantos que según el mayor de mis tíos, estaba yo (o mi flauta) desafinando la melodía proveniente del violín y las manos de su niña con pelo azabache y dientes grandes.
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