Yo sólo quería un gato, sentir un pelaje con mis dedos, ser arañado por todo el cuerpo, dormir escuchando ronroneos. Tenía siete años y quería un gato.
Ya en las afueras de mi casa cierta tarde, lo encontré, lo capturé y lo llevé a mi casa. Estuve una semana con él, hasta que llegó su dueño. Era un gordito señor conocido como el "Cocinero". Apenas oí la timbrada me escondí. Mi tío Jaime lo atendío; nunca supe si es que también me buscaba a mi. Aún así no aprendí la lección. Yo era muy traviezo.
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