martes, 29 de abril de 2008

Rebaños de Luz

Cada persona tiene un rebaño que debe cuidar. El mejor amigo de la inocencia es la protección, el mejor aliado y maestro: Una mascota.

Mi primera gatita se llamaba Siguey. Mi tío Walter la trajo a casa, fue el regalo de su amigo Robinson. Aquel sábado llegaba del oratorio, al entrar a casa y al pasar por al cocina la logré distinguir: Pequeña, plomita y tímida, como una canica bajo el agua.

No tenía experiencia con los gatos. No siempre hubo entre nosotros muestras de reciprocidad. Sin embargo, yo sabía que ella me entendería. Fue una mascota que vivió rodeada de inocencia, un sentido paciente de vivir, llena de paz. Fue el vigor y la esperanza que necesitaba mi alma de niño.

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