Entonces supones
que todas las búsquedas por fin se reconocen en un hallazgo, adquieren sentido.
Y de pronto te ves ya en una organización que factura más que ninguna otra, en
la fabricación de software.
Pero por lo
pronto estamos apoyando con labores de calidad, mientras nuestros algoritmos
internos nos consuman la esencia de la vida; en nuestro cerebro de navidad y
noches limeñas.
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