El amor no es como los clásicos lo pintaron, tampoco era como Cupido lo narraba con el paso de sus flechas. El amor es un entendimiento que escapa de nuestro propio entender de la naturaleza. Y es precisamente esta naturaleza, la que pretende ganar partido siempre, sin importar los ánimos y las emociones.
Porque de quedarnos sin ánimos, quedan las emociones. Y si no queda esta, ahí sí que nos complicamos aún más. Damos paso a una irracionalidad que luego toma poder de nuestros pensamientos. Y ya no sabemos más qué hacer.
La vida está compuesta del amor y no muchas veces de seres vivos. Hay veces en que una caricia materna o un tierno beso de enamorados, nos distrae muchísimo más que el cobro de un penal faltando un minuto para el final del partido. Porque alguien, ya se había encargado de revelar, que el amor lo puede todo.
No siempre triunfa el amor, y muchas veces lo que decidimos dejar ir, es distinto al sólo hecho de pensare en la otra persona y porque si regresa es tuyo para siempre. El mundo no nos dejará de sorprender y las estrellas dejarán quizás de alumbrarnos, pero sí en definitiva, habrá amores tan raros como eso último.
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