Entonces mi ser toma de los brazos a la pequeña mascota, la eleva y la contempla en plenitud. Entonces mi mismo ser, el pequeño y casi ignorante de las formas del amor; distingue un brillo en los ojos de la pequeña bestia.
Y ese brillo proyecta apenas una imagen de mi mismo; mi yo mismo pequeño y definido en la plenitud de mi solo rostro. Ese yo que comprende al fin la ternura y el milagro de la vida. Porque la vida tiene sentido, cuando nos vemos en los ojos de seres tan puros y dignos; como los animales.
Y ese brillo proyecta apenas una imagen de mi mismo; mi yo mismo pequeño y definido en la plenitud de mi solo rostro. Ese yo que comprende al fin la ternura y el milagro de la vida. Porque la vida tiene sentido, cuando nos vemos en los ojos de seres tan puros y dignos; como los animales.
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