miércoles, 22 de diciembre de 2010

Hinojo y Nardos


No hay nada más puro que el sabor de un hinojo salido del jardín de tu casa. De su olor a sendas limítrofes y balnearios de ilusión. A la hora del té, de su esencia, estamos que soñamos como guardabosques con las hadas. Por eso lo amo.

Los nardos tienen el poder en su tallo. Su fortaleza es tanta comparada con su suave belleza. Pariente cercana de las azucenas, el nardo parece un centinela inmortal; muy decidido a adornar nuestras mañanas con sus flores y sus resecas muestras de retraso. Por eso los admiro.

Como todo buen amante.

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