Cuando pequeño e inmasturbable, me encantaba mucho las series épicas. Veía mucho Hércules y La Princesa Guerrera. Pero bien la tía protagonista de esta última serie, me tenía loquito. Sus largos cabellos negros, su mirada de emolientera extraterrestre y sus muslos exquisitos, me colmaban de tanta virilidad como un juego de villanos.
Lucy Lawless de hecho continuaría con su saga de princesas, pero poco a poco iba perdiendo las fuerzas, hasta aparecer en una película de ardillitas cantantes.
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