“Elizabeth por favor” me advirtió la vez que me anime a preguntarle sobre unas separatas, algo diminutiva. Su autoestima es grande, pensaba. Quizás era un desconocido para aquella señorita enamorada de un imbécil que no pasaba Marketing. Ella, rubia alta y delgada poseía una descomunal inteligencia.
Bueno de sobra el tiempo le dará la razón, por tratarse de una de mis musas, mis musas de felpa.
Bueno de sobra el tiempo le dará la razón, por tratarse de una de mis musas, mis musas de felpa.
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