Nos reuníamos luego de dos años en un viejo local llamado las Tinajas. Era un 29 de agosto cuando nos habíamos despedido de Santa Rosa, San Agustín y los globos aerostáticos de Tito.
Cada uno tomaba la palabra, en mi turno, dí la bienvenida a Fruno, como un genial sucesor de Modesto Huamanyauri, un tipo que hacía honor a su nombre y que tenía cara de castor. La noche continuaría con más cervezas y una fiesta muy cerca de la casa de Jimmy. Sencillamente se trató de una celebración.
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