Banny es un amor de chica, de ser más su amigo sé que me comería a besos, aunque sé que es lo más contraproducente que puede hacer una chica, y se los digo como pata.
Negociando una boleta de venta para un producto que podrá cañón a mi abuela, me doy cuenta del paso de las horas y que retomar conversación con ella es de lo más natural y ajeno al tiempo. Claro que me bastó la sonrisa ultra coqueta de Paola urbi, compañera y usuaria del trabajo. Banny lo es más ultra con algo de supra y rayano a lo hiper. Sabía que el camino sería largo y por Cuba, la noche avanzaba y mi visita al Centro Cultural España era inminente, seguiría mi camino entre atisbos femeninos y por un camino no tan cariñoso que me llevaría a Wilson.
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