domingo, 25 de enero de 2009

Cuzco el Eterno



Sino fuera por mi tío Freddy y sus dólares, de seguro no hubiera estado por ahí. Vivir nuevamente un viaje en avión, disfrutar un bocadillo aéreo y escuchar las típicas bromas de mi compañero Alex a la aeromoza. Era un viaje de promoción distinto, accidentado al principio pero muy nuestro.

El aeropuerto, el mate de coca, el desvanecimiento de mi amigo Cheche, mis exabruptos intelectuales e incaicos que nunca simpatizó a Karen, mi mirada frustrada de seducción a las turistas chilenas (Qué pensaría ahora Annais, quien de seguro estará por allá), Saxayhuamán, etc. Una suma inolvidable de recuerdos, donde se demostró que amar lo nuestro, es mejor en compañía.

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