jueves, 1 de abril de 2010

El Hambre de un Hijo de Casa

Luego de que Fátima me contara el drama de una joven cosmopolita para salir del baño con la frente en alto, me animé a contarle algo parecido.

“Acababan de terminar mis clases, no había comido aún y no sé como llego a distinguir un sándwich y una gaseosa” Hasta aquí bien se pudo tratar de un espejismo o de una ilusión producto del hambre “un sándwich y una gaseosa” olvidados o extraviados. Interesante.

“Entro al salón, viendo que nadie me veía y que nadie se acercaba, di varios mordiscos al sándwich triple y cuando bien me proponía dar unos sorbos a la gaseosa…” Para entonces mi boquita estaba con pedacitos de pan a su alrededor, era preciso beber algo, “…entró un profesor y viendo primero el sándwich, luego la gaseosa y luego a mí exclamó: No te preocupes sigue”

Definitivamente era un profesor y definitivamente era su merienda a lo que ya había dado curso en un 40%; pero al escuchar tamaña generosidad no tuve más respuesta que “No gracias, no se preocupe” Dejando todo en su sitio salí del salón. No sé si con la frente en alto, como es de seguro que salió el profesor del baño, a fin de dar curso a su pequeño banquete.

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